Cuando tenía dos meses, tenía el pelo muy negro y se me ponía de punta y por más que mi madre me peinara el pelo hacia abajo no paraba quieto y siempre la gente preguntaba a mi madre si me peinaba así, decían que parecía un punky y se reían.
Me acuerdo cuando me quitaron el chupete, cómo me engañaron de forma minuciosa. Mi prima es monja y ayuda a niños pobres y me dijo que tenía que dar el chupete a estos niños porque ellos lo necesitaban más que yo, que ya era mayor, ya que no tenían ninguno y lloraban mucho. Desde aquel día nunca pregunté más por el chupete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario